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Como grupo o colectivo de cristianos somos muy conscientes de que el seguimiento
de Jesús de Nazaret consiste en atenerse a su enseñanza, asumir su programa y
priorizar lo que él presenta como la esencia de su mensaje, tener el Evangelio como
guía orientativa de vida... Esto puede parecer tan evidente que no necesitaría que se
insistiese sobre ello. Pero la triste realidad es que el amplio conjunto de iglesias que
se definen como cristianas tienen y se mueven en función de otras prioridades que no
tienen relación alguna con el Maestro Jesús. Se diferencian unas de otras por tener
dogmas distintos, cuando Jesús no definió ningún dogma, tienen cultos diferentes,
aunque Jesús no estableció ningún culto...
En el caso concreto de nuestra Iglesia Católica Romana, la marginación del Evangelio
es notoria. Durante siglos estuvo restringido al latín y otros idiomas que la mayoría de
la gente no comprende. Aún hoy la Iglesia no promueve la lectura del Evangelio y
otras escrituras bíblicas. La mayoría de los católicos es incapaz de exponer lo que
Jesús, el Evangelio, dice sobre tal o tal tema. Se atienen acríticamente a lo que quiera
impartirles el llamado “Magisterio eclesial” una jerarquía interesada en mantener a
los laicos en una situación como de minoría de edad que sirve para justificar el
encumbramiento del poder que se basa en tradiciones.
En nuestra reunión del 7 de marzo quisimos reflexionar sobre algunas enseñanzas
evangélicas que no están siendo fielmente transmitidas por el mencionado Magisterio
oficial de la Iglesia, aunque obtenemos ayuda eclesial sobre ellas por las obras de
autores del ámbito de la Teología de la Liberación. Concretamente, el libro de José
María Castillo: Declive de la Religión y futuro del Evangelio, dedica unos capítulos
a aclarar el concepto de la centralidad del amor al prójimo.
La Religión o religiosidad que promueve la Iglesia oficial se basa en el cumplimiento
de preceptos
,
asistencia a cultos
,
prácticas devocionales
S
i estuviése
m
os más atentos
al mensaje que transmite el Evangelio veríamos que Jesús no le da mucha importancia
a eso. Para él, lo principal es el amor y el servicio al prójimo. Los templos donde Dios
quiere que se le rinda culto son los seres humanos, especialmente los más necesitados
y desgraciados. El Evangelio explicita esto en la parábola del Buen Samaritano. Jesús
valoraba más la atención humanitaria del samaritano que asistió al herido que estaba
tirado al lado del camino que la devoción del sacerdote y el levita que acudían al
Templo y daban más importancia a sus devociones que a la misericordia.
Dicho esto, conviene aclarar que Jesús no rechaza ni desprecia la oración comunitaria
que se realiza en los lugares de culto. Precisamente la lectura evangélica del domingo
anterior a nuestra reunión describía la expulsión de los mercaderes del templo por
parte de Jesús porque la actividad mercantil convierte en cueva de ladrones lo que
debe ser casa de oración. En la Celebración Eucarística que tuvimos al final de la
reunión se leyó y comentó ese texto.
B
oletín nú
m
. 58
- 11 de marzo de 2024
En el debate que tuvimos sobre este tema se expusieron numerosos ejemplos de ese
mercadeo de las cosas de la religión. El negocio que se mueve en lugares como
Compostela, Fátima, Lourdes, Vaticano… recuerda lo que ocurría en el templo de
Jerusalén en la época de Jesús. La gente acude a esos lugares, al igual que los judíos
asistían al Templo de Jerusalén, movidos por devoción, y eso nutre al mercado puesto
que el mercado se nutre de todo tipo de actividad humana.
Pero, sobre todo, hay que distinguir entre esa devoción descomprometida, vacía, y lo
que Jesús evocaba cuando decía: cuando dos o más se reúnen en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos. Reunirse en nombre de Jesús significa comprometerse con
su proyecto liberador, movilizarse y organizarse para trabajar por el tipo de mundo
que Jesús quiere construir, un tipo de mundo distinto del de esta cueva de ladrones de
los mercaderes y su instrumento el dinero: No se puede servir a Dios y al dinero.
E
l
m
undo del dinero y el
m
ercado genera desigualdad y co
m
petencia entre los hu
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anos
,
afán de poseer y dominar, lucha, guerras, depredación de los recursos del planeta…
Una sociedad basada en esos valores del mercado, la propiedad privada, la puja por el
dominio económico… es como una casa edificada sobre barro. Las guerras y las
calamidades que producen son simbolizadas en el Evangelio como la catástrofe de
una casa que se hunde por no tener un funda
m
ento sólido
. J
esús convoca a construir
sobre roca, postula un
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undo y una sociedad basados sobre otros valores distintos de
los del
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ercado
,
los valores expresados por las
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ienaventuranzas
:
fraternidad,
solidaridad,
rechazo de la avaricia, afán de justicia, trabajo por la paz…
Nuestras asambleas religiosas comunitarias son totalmente inútiles si no sirven para
que asumamos ese programa y nos concienciemos sobre su realización. Jesús nos
acompaña en nuestras reuniones y actos comunitarios lo si tenemos como objetivo
la consecución del Reino de Dios en el mundo y estamos prestos para su realización.
Esa es la verdadera finalidad y objetivo definitivo de la religión. Todo lo demás son
sólo instrumentos para alcanzar esa meta: oraciones, culto, sacramentos, ayunos,
penitencias son útiles sólo si nos sirven para tomar conciencia del mencionado
objetivo, pero pueden ser un estorbo, algo negativo, si sirven para distraernos de
trabajar por esa meta.
Esta enseñanza no suele ser impartida por la Iglesia oficial. Su historia de muchos
siglos evidencia que su jerarquía se aviene muy bien con los sistemas de dominación
establecidos. Tanto en la propia Iglesia como en la sociedad hay estamentos o clases
dominantes y aunque eso va en contra del espíritu del Evangelio, en el ámbito eclesial
fracasan o son sofocados uno tras otro los intentos de auto-reforma que se emprenden.
El actual proceso del Sínodo de la sinodalidad parece condenado a tal fracaso.
Sólo movimientos marginales y marginados como los relacionados con la Teología
de la Liberación parecen comprometidos con la recuperación del espíritu del Evan-
gelio. Uno de esos colectivos,
REDES CRISTIANAS
, tendrá los días
17
al
19
de
m
ayo
próximo su VIII Encuentro, en Madrid, para tratar precisamente el tema de las des-
igualdades en la Iglesia y en la sociedad. En el fin de semana siguiente nuestro
colectivo de
Cristianos de Base
de Asturias
, tendrá el XXXI Encuentro con tema:
Cristianismo y laicismo. Se trata de transmitir al público nuestra preocupación, como
cristianos, sobre problemas que afectan a nuestra sociedad y a la Iglesia en ella.